Es como si fuera un ritual. Las botas, la chupa, el pañuelo, el casco, los guantes… Arranca que nos vamos, ¿qué me está pasando?. Tengo la sangre envenenada. El alma corrompida y el espíritu negro oscuro como una bobber. Es como si formara parte de mi, aunque en realidad todo lo que hago lleva parte de mi. Soy un trozo de viento, un tramo de carretera, una curva maldita, un día de lluvia… soy todo y no soy nada. ¡Que importa si es un segundo o toda una vida sobre dos ruedas! Aquel que sube a su lomo termina para siempre siendo esclavo. Preso del sonido de su escape, enganchado a rodar sin destino. ¡Cadena perpetua de libertad!. Soy la pata de arranque, soy el puño derecho y el izquierdo, la palanca de cambios y los frenos. Puedo respirar cada sonido, cerrar los ojos y ver los olores, ¡condenado de por vida a beberme los vientos!. Puedo soltarme de manos y llegar al infierno, y desde allí, con las puntas de mis dedos rozar el cielo. ¿Qué clase de veneno llevo dentro?... entonces es cuando siento que la rueda trasera me empuja sin parar y en ese momento pienso que nunca una cadena dio tanta libertad.
(ElRuteroSolitario)